Lucas 11:4 Y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a
todos los que nos deben. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal.
En más de una ocasión he escuchado “perdonar es olvidar”. Este
enunciado no puede estar más lejos de la realidad. Ya que perdonar definitivamente
no es olvidar.
De acuerdo con el diccionario es remisión de la pena merecida, de la
ofensa recibida, o de alguna deuda u obligación pendiente. Y remisión, en su
infinitivo significa: perdonar, alzar la pena, eximir o liberar de una obligación.
Por lo que el olvido no es parte del perdón. La acción de perdonar absuelve la
deuda. Pasa por alto la acción. Siguiere que quien emite el perdón tome una decisión. Todo se resume a elegir a eximir a quien ofendió.
Ahora ¿Por qué se hace tan difícil perdonar? Creo que es por el
sentido de retribución de justicia. Entendemos que quien comete la acción debe
recibir la “Paga” por su falta. A pesar de que la justicia implica equidad;
puede subyacer un deseo de venganza.
La venganza que persigue un objetivo: satisfacción personal, en función
del sufrimiento de quien ofende, sin embargo esto no es un modelo bíblico.
Cristo nos enseña a perdonar, no que olvidemos aquellos que nos hicieron, sino a
remitir la falta, pasar por alto la ofensa. Esto se logra priorizando a la
persona, no a la acción. Cristo dijo en la cruz perdónalos porque no saben lo
que hacen. En otras palabras, ellos. (las personas) ignoran las consecuencias
de sus acciones, por lo tanto perdónalos a ellos…Sus acciones tendrán consecuencias,
Dios hará justicia , pero es algo que le toca solo a EL. A nosotros nos toca
perdonar. Disponerse a perdonar puede ser difícil, pero con resultados
apreciables.
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